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Ayer la conexión con France 3 iba muy buscada. Afortunadamente yo tengo acceso a la televisión francesa y no tan afortunadamente pude ver el programa dedicado a Juan Carlos I. La famosa entrevista que el periodista Stéphane Bern le había hecho en su residencia de Abu Dabi. La verdad es que las palabras del rey emérito no guardan ningún secreto. No se arrepiente ni tiene remordimientos. La sutileza de la pregunta de Bern: Sire avez-vous de regrets ou de remords? Nada. Dice que todo el mundo se equivoca. Quizás, pero no todo el mundo es el Rey de España. La puesta en escena de la entrevista era austera. Un salón decorado con poco gusto, vacío, con mucho aire acondicionado. Un rey que dice que abdicó porque llevaba muletas y que su hijo, Felipe VI le pidió que no lo hiciera. Reivindicando su relación con Francisco Franco: «Antes de morir me apretó la mano y me pidió que protegiera la unidad de España», recuerda emocionado. Francia es el país más monárquico del mundo. Decapitar a un rey es lo que tiene. La ausencia tiene más poder que la presencia. De ahí la fascinación por la realeza de un personaje como Stéphane Bern que es el confidente de todas las casas reales europeas. Que nunca ha contado los secretos. Que tiene acceso a todos los palacios y que con una sonrisa estática, no sabes si te está adulando o condenando.