Categoría
Título
Autores
Directora
Artículo
La cuestión es que de un tiempo a esta parte soy consciente de que el cuerpo funciona a su bola. Que él ha tomado el control. Se ralentiza, estropea, paraliza, inflama, hincha, rechina, aprieta, inmoviliza siguiendo una voluntad que no es la mía. Me descubro intentando hacer movimientos que no consigo ejecutar. Me pregunto entonces: ¿Alguna vez pude hacer el puente arqueando por completo la espalda y levantando la mirada hacia el cielo ? ¿O es algo que jamás hemos hecho y que ya es imposible? Pienso en si las limitaciones de mi cuerpo venían de serie pero yo no las había descubierto o en si es al revés: mi cuerpo nació con habilidades ilimitadas que se han anquilosado hasta oxidarse porque no supe utilizarlas. Tengo ahora mismo una relación con mi cuerpo bastante curiosa. Lo miro con suspicacia. Quiero confiar en él y en los años de relación que llevamos encima y al mismo tiempo no me fío. Quiero domarlo y agradarlo a base de alimentación, descanso y algo de ejercicio (caminar) y al mismo tiempo, mentalmente, le digo: ¿para qué te voy a dar todos estos caprichos si eres tan cabrón que puedes fallarme en cualquier momento? Le agradezco encontrarme bien y, por otro lado, sé que es un desagradecido que puede decidir pararse mañana, dentro de una hora, en este mismo instante.