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Professor de la URV i senador
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Nos encontramos delante de un momento histórico para Port Tarragona. Lejos de ser uno de esos tópicos tan repetidos que, al final, pierden todo su valor, ciertamente el Port vive una época que marcará un antes y un después en su larga trayectoria. Hemos dedicado los últimos 30 años a pensar, planificar y ejecutar proyectos e infraestructuras estratégicas para la competitividad presente y futura de la actividad portuaria. Y ahora vemos los frutos de este trabajo; unos frutos que dejarán un Port moderno y preparado para ser un hub logístico de referencia no solo para el mercado español, sino para el conjunto del continente europeo.
En este contexto, 2026 no será un año más, sino que será el año en mayúsculas. A lo largo del próximo año confluirán muchos de los proyectos en los que hemos estado trabajando en los últimos tiempos y podremos ver cómo nuestras expectativas de crecimiento pasan a ser una realidad.
Uno de los ejemplos más claros de esto lo encontramos a 500 quilómetros de nuestro recinto portuario, en pleno centro peninsular. La terminal intermodal de Guadalajara-Marchamalo, cuya gestión se licitará el año que viene, nos permite ampliar nuestra zona de influencia, acercándonos al área de Madrid y, al mismo tiempo, hará que el Port se convierta en un nodo articulador capaz de gestionar importantes flujos de mercancías entre la zona centro, el Mediterráneo y Europa.
Sin duda, esta terminal tendrá un rol crucial en la atracción de nuevos tráficos de carga general. Pero, para que la PortTarragona Terminal Guadalajara-Marchamalo cumpla su cometido, necesita otras infraestructuras que también se activarán en 2026. Una de ellas es la nueva terminal multipropósito del Moll d’Andalusia. Antes de que termine este año, abriremos la licitación para escoger un nuevo concesionario que empezará a operar el próximo año. Su llegada supondrá una inversión privada en el recinto portuario de entre 20 y 30 millones de euros, la creación de nuevos puestos de trabajo en el sector logístico y un movimiento anual de más de 150.000 TEUs.
Paralelamente, estamos trabajando para dar un nuevo impulso a la terminal intermodal de la Boella, que también se materializará en 2026, aprovechando la puesta en marcha de Guadalajara-Marchamalo y de la nueva terminal marítima del Moll d’Andalusia, con el objetivo de ganar más tráfico ferroportuario. Este trío de infraestructuras ofrece una competitividad muy interesante que coloca al Port en una posición de ventaja estratégica dentro del sector logístico.
Ahora bien, hay otro aspecto fundamental para la competitividad del Port que también será una realidad en 2026: la llegada del Corredor Mediterráneo a Tarragona y la conexión del Port con el ancho europeo. Tarragona se convertirá, a partir del año que viene, en el puerto más al sur con conexión al ancho UIC, siendo el segundo del Estado en disponer de ella. El interés del sector logístico europeo por este hito es más que notable y las empresas del sector ya están posicionándose para no perder las oportunidades que ser derivan de él.
Este panorama está propiciando cambios en las lógicas de la logística, que darán más peso a Tarragona y nos convertirán en un verdadero hub logístico. Este planteamiento ya empieza a ser palpable, tal como se evidenció la semana pasada en la asamblea general de la asociación Barcelona-Catalunya Centre Logístic (BCL), cuando Port Tarragona asumió la presidencia. Por primera vez en sus 30 años de historia, BCL está presidida por un actor logístico de fuera del área metropolitana de Barcelona. Y, lejos de ser un acto simbólico, esto evidencia que la hora de Tarragona ya ha llegado.
Esta nueva era de la logística en Tarragona se complementará con las nuevas inversiones industriales que está atrayendo el territorio, vinculadas a sectores estratégicos como la transición ecológica o la digitalización. A estas, habrá que sumarle la implantación que llegue a la Zona de Actividades Logísticas que estamos desarrollando en Vilaseca. Este espacio, de cerca de 1 millón de metros cuadrados, tendrá un papel fundamental en la reindustrialización de Catalunya y permitirá atraer nuevas actividades industriales relacionadas con sectores emergentes como el vehículo eléctrico.
Cabe destacar que, en estos últimos años, más de 40 empresas han manifestado su interés por instalarse en la ZAL. Pero este espacio no es un suelo logístico e industrial sin más. Es nuestra joya de la corona. Y cuando hablo de ‘nuestra’ no me refiero solamente al Port, sino al conjunto del territorio. Por este motivo, estamos trabajando codo a codo con la Generalitat y el resto de administraciones para atraer una implantación industrial que encaje con los criterios de sostenibilidad, empleo cualificado e inversión fijados por todos los actores implicados. 2026, en este sentido, también será clave para definir el futuro de la ZAL
Hace unas semanas leía en las páginas del Diari un titular que decía: «Tarragona está de moda», haciendo referencia a las inversiones públicas y privadas que se estaban concretando para Tarragona. Ciertamente, el territorio tiene por delante un tiempo crucial, en el cual las inversiones que está atrayendo el Port serán claves. Tenemos grandes potencialidades, pero hemos sido los grandes desconocidos. Ahora ha llegado el momento de revertir esta situación. Ahora ha llegado la hora de Tarragona.