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Como hiciera en su día con Hamás, Putin ha dado un ultimátum a Ucrania, en este caso para que acepte, en una semana de plazo, 28 puntos que le propone. En la práctica es una rendición. Zelenski ha comentado que la alternativa que le deja a su país es «perder su dignidad o arriesgarse a perder un socio clave».

Rusia se quedaría (aparte de Crimea que ya ocupó en 2014), con el Donetsk y Lugansk, territorios disputados durante los tres años y medio de guerra. Ucrania renunciaría además a entrar en la OTAN, debería reducir su ejército a la mitad y celebrar elecciones antes de cien días. Lo único que obtiene es la posibilidad de entrar en la Unión Europea.

En cuanto a garantías futuras de seguridad, se mencionan, pero no se concretan, con lo cual Putin estaría tentado de volver a invadir Ucrania y algunos de los países vecinos.