Categoría
Editorial
Título
Luchar contra el porno, luchar contra la violencia
Autores
Diari de Tarragona
Diari de Tarragona

Artículo

La violencia contra las mujeres sigue siendo una de las heridas más profundas y persistentes de nuestras sociedades. Cada agresión, cada gesto de control y cada intento de deshumanización nos recuerda que aún queda mucho camino por recorrer para construir una convivencia basada en el respeto, la igualdad y la dignidad. La educación —en casa, en las escuelas y en todos los espacios públicos— es esencial para desmontar los estereotipos que alimentan esta violencia estructural. En este contexto, la exposición temprana a la pornografía se ha convertido en un problema urgente. Muchos menores acceden a contenido sexual explícito a través de redes sociales y plataformas digitales sin ningún tipo de filtro o supervisión. Basta un clic, una búsqueda o incluso un algoritmo que empuja contenido inapropiado para que niños y adolescentes se encuentren frente a representaciones distorsionadas de las relaciones, el consentimiento y el cuerpo de las mujeres.

Este acceso casi impune se debe a la falta de controles efectivos, pero también a la ausencia de una conversación abierta y responsable sobre sexualidad. El porno, consumido sin orientación crítica, puede transmitir ideas erróneas: la normalización de la violencia, la cosificación de las mujeres, y la falsa creencia de que las relaciones deben imitar dinámicas agresivas o desiguales. Cuando este material sirve como “educación” sexual de facto, el riesgo de conductas machistas y de violencia se multiplica. Por ello, resulta imprescindible que instituciones, familias y plataformas tecnológicas asuman su responsabilidad. Las redes sociales deben reforzar los filtros y mecanismos de verificación; las escuelas deben incorporar una educación afectivo-sexual integral; y la sociedad en su conjunto debe impulsar un cambio cultural que desnaturalice la violencia y promueva el respeto mutuo. Proteger a los menores y combatir la violencia hacia las mujeres no son luchas separadas: forman parte de la misma defensa de la dignidad humana. Y esa defensa empieza reconociendo el problema, conversando con honestidad y construyendo una cultura que valore la empatía, el consentimiento y la igualdad.