Categoría
Tarragona
Antetítulo
Sociedad
Título
«Acabas creyendo que es normal»: la difícil salida de la violencia para las mujeres mayores
Subtítulo
Las mujeres de más de 65 años son un tercio de las asesinadas este año, pero apenas denuncian
Autores
Norián Muñoz
Redactora de sociedad y educación en Tarragona

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El 40% de las mujeres mayores víctimas ha soportado maltrato 40 o más años
El 40% de las mujeres mayores víctimas ha soportado maltrato 40 o más años
Artículo

Miriam Giménez es responsable de los programas de mujeres víctimas de violencia de género de Creu Roja en la provincia de Tarragona y explica que nunca podrá olvidar uno de los primeros móviles que entregó (la entidad gestiona el programa Atenpro de atención y protección para mujeres víctimas de violencia de género 24 horas). La destinataria era una mujer mayor que hoy tiene 85 años. «Es la mujer más fuerte y valiente que conozco», dice.

La historia de esta mujer es, tristemente, parecida a la de muchas de su generación. La primera paliza tuvo lugar en la noche de bodas. Ella acudió a pedir auxilio a su madre y esta le dijo que mirara muy bien lo que había hecho para que no lo volviera a repetir, que se «portara bien».

Hubo palizas diarias durante más de 40 años. Cuando Giménez le entregó el aparato, acababa de divorciarse de su maltratador. Un mes antes había fallecido su hijo con discapacidad; solo entonces le pareció el momento de dejarlo.

Hoy esta mujer sigue ligada a las actividades en las que Creu Roja propicia que quienes han sido víctimas se encuentren con otras que han pasado por lo mismo. Ella es de gran ayuda; de hecho, cada vez que llega una mujer mayor, de esas que al acabar la sesión le preguntan a Giménez: «¿A ella le ha pasado lo mismo que a mí?». Es impactante verlas reconocerse entre ellas.

La violencia cronificada

Casos como los de esta mujer muestran que la edad no mitiga la violencia, sino que la cronifica. Según un estudio de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, el 40% de las mujeres mayores víctimas de violencia de género han soportado maltrato durante más de 40 años.

Y es que, pese a que apenas se habla de ellas, suponen el 13% de las asesinadas en España desde 2003. En Catalunya, en lo que va de año, hay contabilizados 8 feminicidios: en tres de ellos las víctimas tenían 71 años o más. El año pasado fueron 5 de 18.

Pero, pese a ser un grupo importante entre las víctimas, lo cierto es que no buscan ayuda, ni de lejos, en la misma proporción que las más jóvenes. De todas las mujeres que fueron atendidas en un SIAD (Servei d’Informació i Atenció a les Dones) u oficina territorial en el conjunto de Catalunya, las mayores de 65 solo representaron el 7,6% (en el Camp de Tarragona fueron el 7% y en Terres de l’Ebre, el 11,5%). En España, entre las mujeres que tienen aprobada una medida de protección, solo un 2% tiene 65 o más años.

Naturalizar con los años

¿Qué hace que este grupo en particular sea menos proclive a pedir ayuda? Giménez cree que la clave está en el tiempo en que han estado en situación de violencia. A esto se suma que muchas no han trabajado nunca y tienen escasa formación.

Bárbara Biglia, psicóloga, profesora de la URV y experta en violencias de género que también ha trabajado con este colectivo, coincide: pasar por lo mismo durante tantos años hace que cueste reconocer la violencia: «Acabas convenciéndote de que es normal».

Un momento crítico, explica, suele darse cuando los maridos se jubilan y, lo que antes eran situaciones esporádicas, en esos momentos se recrudecen y las mujeres pierden los pocos espacios de libertad que tenían.

Biglia advierte que reconocer que se está con una pareja que ha ejercido violencia toda la vida es muy complicado: «Es como si toda tu vida hubiera sido errónea».

A los asuntos claves, como no tener ingresos o no saber dónde se va a vivir si se separan o denuncian, se suma el rol cultural de cuidadoras, incluso de quienes las maltratan.

Los hijos, cómo no, son otra parte de la ecuación. El hecho de que ya no dependan de ellas en algunos casos marca la diferencia para que decidan buscar ayuda. Giménez explica que hay de todo: desde los que animan a sus madres a salir de una situación que han visto toda la vida en casa, hasta los que les responsabilizan de lo que pasará después con sus padres.

Y cuando se deciden, los años también pesan a la hora de saber qué puerta tocar para pedir ayuda o enfrentarse a trámites, en especial si son telemáticos. Biglia no cree que el sistema esté preparado para atenderlas como necesitan. En el caso de la justicia señala que «los jueces tienen más dificultad de considerar a un señor de 70 años o más como peligroso que a uno joven». Pone, además, el caso de mujeres mayores que sufren agresiones sexuales: «A cierta edad casi no se les considera ni objetos de deseo», señala.

Más que violencia de pareja

Pero, recuerda la psicóloga, las violencias que sufren las mujeres por el solo hecho de serlo son violencias, en plural, y no solo se dan en la pareja. Las mujeres mayores sufren también otras violencias asociadas a la edad y pone el ejemplo de la violencia médica: «Cuando van a decir que no se sienten bien, enseguida se les categoriza como depresivas, se descalifican sus dolores y malestares y se les llena de psicofármacos». Son oportunidades perdidas, lamenta, porque el sistema sanitario podría ser clave para atender a las mujeres de estas edades.

Con todo, insiste, no hay que juzgar a las que sufren porque muchas no abandonan la situación: «No hace falta hacerlas sentir culpables, esa es una doble victimización». Las dos expertas insisten, eso sí, en que no hay una edad correcta para pedir ayuda y ambas han visto a mujeres de estas edades trabajar mucho para volver a ser dueñas de sus vidas.

Que el sistema las reconozca

Justamente ayer, a propósito del 25N, la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) y HelpAge International España reivindicaban mayor apoyo institucional para estas mujeres.

Entre las reivindicaciones de las dos entidades figura reconocer explícitamente a las víctimas mayores, comenzando por tener datos desagregados por edad en todos los informes; hacer campañas de sensibilización accesibles y adaptadas, teniendo en cuenta a las que sufren dificultades de movilidad; implementar protocolos especializados con formación al personal sanitario, social y residencial; recursos económicos y habitacionales específicos; e incorporar el edadismo en todas las políticas de igualdad para reconocer que «la discriminación por