Categoría
Crónica social
Antetítulo
Crónica Social
Título
Herederas de dos Carolinas: una belleza lánguida y una estrella incipiente
Subtítulo
La hija de Carolina de Mónaco pasa por Madrid para hablar de filosofía. La nieta de Carolina Herrera se prepara para participar en Le Ball de París
Autores
Sílvia Taulés

Imagen Principal
Carlota Casiraghi, imagen de Chanel
Carlota Casiraghi, imagen de Chanel
Artículo

Una princesa de belleza lánguida, de mirada triste y palabra certera. Carlota Casiraghi, imagen de Chanel, es también la imagen más culta y enigmática de una saga donde el glamour convive con la tragedia, la velocidad y el deseo de ser distintos. Lo ha vuelto a demostrar esta semana en Madrid, donde participó en un encuentro filosófico. Allí habló sin brillo ni adorno, con la serenidad de quien no necesita gritar para que se la escuche: «Lo que es frágil va despacio y nos ralentiza… La fragilidad hoy exige demasiado tiempo». Una frase que en cualquier influencer sonaría a frase de taza, pero en Carlota suena a verdad.

Vestida con un traje negro, bailarinas planas y una camisa azul pastel, llegó con la cara casi lavada. Su belleza —esa que parece nacida para estar en una portada— no compite con la inteligencia; la acompaña. En un mundo que mide la profundidad por la rapidez con la que se opina, verla hablar de paciencia y fragilidad fue casi un acto revolucionario. No es casualidad: Carlota es la impulsora del Rencontres Philosophiques de Monaco, el festival filosófico que organiza cada año para acercar el pensamiento a la vida cotidiana. En el Principado caben muchas vidas: la de los escándalos, la de las noches ibicencas, y la de Carlota, que prefiere Kierkegaard a las lentejuelas.

Y hablando de sagas donde la elegancia no se hereda, se cultiva: esta semana también hemos visto a otra dinastía, la de Carolina Herrera. La diseñadora venezolana posó para ¡Hola! con una de sus hijas y con su nieta, Carolina Lansing, la nueva «estrella» del clan. De carácter discreto, la joven debutará este año en Le Bal de París, esa fiesta en la que las hijas y nietas de la élite se presentan al mundo como si el siglo XXI no hubiera llegado del todo. No sabemos si Carolina Lansing tiene inclinaciones filosóficas como Carlota, pero su apellido ya le garantiza un lugar en la pasarela de la aristocracia del buen gusto.

Mientras tanto, lejos de los focos europeos, otro capítulo chic se cierra —o se muda—: Richard Gere y Alejandra Silva han hecho las maletas rumbo a Estados Unidos. Hace un año prometieron instalarse definitivamente en España, compraron casa en La Moraleja y juraron amor eterno a la tranquilidad patria. Ahora, sin previo aviso, se han marchado. Dicen que por cuestiones fiscales, aunque nadie se atreve a confirmarlo. Quizá Gere descubrió que Hacienda no entiende de karma ni de compasión. Sea como sea, ¡Hola! nos ha regalado esta semana un tríptico perfecto de belleza, inteligencia y cambios de opinión. Carlota reflexiona sobre la fragilidad del mundo moderno, Carolina Herrera perpetúa la elegancia y Richard Gere toma decisiones a golpe de talonario. Tres maneras distintas de entender la vida, todas igual de humanas. Y al final, lo verdaderamente frágil no son ellos, sino nuestra paciencia como seguidores de según qué actualidad del colorín. Por suerte, siempre nos quedará París (o Mónaco).