Categoría
Economía
Antetítulo
Macroeconomía
Título
El suicidio de España
Autores
Armand Bogaarts
Emprendedor

Artículo

El suicidio de España no es una metáfora dramática, sino un cálculo frío. En 2023 nacieron en España unos 322.000 niños, mientras mueren cada año más de 460.000 personas. Para ilustrarlo: si multiplicamos nacimientos por esperanza de vida -unos 83 años- llegaremos a unos 27 millones. Hoy somos unos 48 millones. La conclusión es evidente: la pirámide se derrumba desde la base y, en una o dos generaciones, sin inmigración la sociedad se encoge de forma irreversible. 

No es un accidente: es la suma de problemas no resueltos. Los jóvenes no forman familias porque no pueden formar vidas: empleos tardíos y mal pagados, alquileres inaccesibles, compra de vivienda imposibles y una sensación de inestabilidad permanente. A esto se añade una cultura que convierte la crianza de los hijos en un lujo emocional y económico, mientras las organizaciones mantienen horarios del siglo pasado.

El impacto económico será demoledor. España tendrá cada vez menos jóvenes para financiar su sistema de bienestar. Llegará un punto en el que el Estado no podrá sostener las pensiones. Para evitarlo, será necesario un nuevo pacto entre generaciones: los jubilados actuales deberán aceptar que sus expectativas económicas no pueden aumentar indefinidamente mientras los jóvenes cargan con la mayor presión fiscal y laboral de la historia reciente. Sin esa corresponsabilidad, se fractura el país entero.

Pero la causa no es solo económica. Es también una enfermedad cultural de Occidente, donde el «yo» se ha convertido en el eje absoluto. El sacrificio que supone tener hijos -tiempo, energía, estabilidad, gastos- ha dejado de ser atractivo para una generación educada en la primacía de las experiencias y la libertad individual.

Tener un hijo ya no se percibe como un proyecto vital, sino como una renuncia. La consecuencia es una crisis sin precedentes: si no se corrige la tendencia, la España que conocemos dejará de existir.

Cambiar las prioridades de la gente joven -pasar de «yo primero» a «construir familia»- no se logra con discursos, sino modificando los incentivos, la cultura y la estructura de vida. Para que la familia vuelva a ser atractiva, debe dejar de sentirse como un sacrificio unilateral y convertirse en una oportunidad vital realista, deseable y socialmente apoyada.

Las soluciones existen, pero requieren valentía política y consenso nacional. España necesita:

-Vivienda asequible y estable para menores de 40 años.

-Guarderías gratuitas y universales desde los 0 años a 3 meses.

-Incentivos fiscales potentes no simbólicos, para quienes quieran tener hijos.

-Horarios laborales racionales como en el resto de Europa, que permitan la conciliación.

-Integración real de la inmigración joven, para complementar la base demográfica mientras se reconstruye la natalidad interna.

Si España quiere evitar el suicidio de su sociedad con su auténtica forma de ser y cultura, debe construir un país donde tener hijos no sea un acto heroico, sino una decisión natural. No se trata de convencer a la gente con campañas, sino de devolverles seguridad, estabilidad y futuro. Porque una sociedad muere cuando su gente deja de creer en ella.