Categoría

Antetítulo

Título

Subtítulo

Autores

Imagen Principal

Artículo

El sector porcino de Catalunya empieza a sufrir las consecuencias económicas causadas por el brote de peste porcina africana en jabalíes que se detectó el pasado jueves en la serra de Collserola (provincia de Barcelona). Jordi Soltiveri, responsable de Ramaderia de la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC), afirmó que durante el día de ayer «el precio del cerdo fresco cayó diez céntimos de golpe». Pasó de 1,3 euros el kilo a 1,2 euros, es decir, un 7,7% menos en solo 24 horas.

Es una consecuencia de la caída de las exportaciones que empieza a experimentar el sector. Soltiveri no pudo cifrar por el momento la cantidad de cerdo que no se está vendiendo, aunque avisó de que «las pérdidas serán millonarias». También alertó que los mataderos «están desbordados» y explicó que «no podemos llevar más cerdos hasta ellos». La situación no es exclusiva del sector porcino barcelonés, ya que el cerdo que se produce en Lleida «también se desplaza hacia mataderos de Barcelona», comenta el responsable de Ramaderia de la FCAC.

Pese a que la restricción a exportar fuera de la Unión Europea (UE) solo se limita a la provincia de Barcelona, algunos países como Taiwan, México y Japón -mercados muy importantes para el sector en palabras de los productores- suspendieron las importaciones de cerdo español, independientemente del lugar.

Jordi Ciuraneta, presidente de Pimec Tarragona y propietario de la explotación porcina Ciuporc, en La Palma d’Ebre (Ribera d’Ebre), que produce 35.000 cerdos al año, explicó que el sector porcino de la demarcación de Tarragona está «muy preocupado» y afirmó que «la situación nos afecta mucho». Ciuraneta comentó que «como estamos dentro de un país afectado, los mercados nos mira diferente». Los productores, de hecho, no descartan que más países se sumen a esta lista.

Para evitar la sangría de mercados que cierran, Soltiveri afirmó que «el Ministerio [de Agricultura] tiene que hacer un esfuerzo diplomático para impedirlo». En este sentido, el responsable de Ramaderia de la FCAC mostró su «preocupación ante la incertidumbre», ya que la decisión de terceros países puede marcar el devenir del sector porcino, que ya está en el límite de sus capacidades y donde un aumento de esa lista puede volver la situación todavía más insostenible.

No obstante, tanto Ciuraneta como Soltiveri recordaron que los cerdos catalanes «están sanos» y que solo se trata de un brote que afecta a jabalíes salvajes. Por lo tanto, piden a la población que no se preocupe por la calidad del cerdo, ya que «se están haciendo muchos controles de bioseguridad que están asegurando la salubridad de la carne», comentó Soltiveri. Por su parte, Ciuraneta explicó que «es trabajo del Gobierno es hacer entender al resto de países que nuestros cerdos están sanos» y aseguró que el sector porcino «es el número uno en bioseguridad».

Sector muy importante

En el conjunto de Catalunya hay 5.406 explotaciones porcinas, 382 de las cuales en la provincia de Tarragona, es decir, el 7,07% del total. En comarcas como el Segrià, la Noguera o Osona este sector es parte fundamental de su tejido productivo. Ciuraneta comentó que «esta crisis puede afectar a la fisonomía de Catalunya» y afirmó que «lo que representa el sector porcino son como tres Seats». El presidente de Pimec Tarragona aseguró que «lo que es una anécdota para algunos, es una crisis muy grande».

Por otro lado, Ciuraneta puso el foco en «una no buena gestión de la fauna salvaje». El presidente de Pimec Tarragona y propietario de la empresa porcina Ciuporc explicó que «los jabalíes son una plaga» y responsabilizó a las actitudes individuales de las personas de esta situación: «los estamos humanizando», expuso. También comentó que «hay que ser contundentes con la manera de actuar» y afirmó que «cuando rompes un ecosistema tienes un problema y es lo que está pasando».

Por su parte, Soltiveri coincidió con Ciuraneta en su análisis: «hay un descontrol de población de jabalíes». El responsable de Ramaderia de la FCAC explicó que «en el pasado se hacían batidas, pero ahora no se hacen las suficientes para controlar la población».