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Redactora de sociedad y educación en Tarragona
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El usuario (nos piden mantener el anonimato) se emociona cuando recuerda lo que supuso tener delante suyo, en la misma sala donde nos encontramos, a un acordeonista profesional tocando para él el tango La Cumparsita. Es argentino, pero lleva más de 20 años viviendo en Tarragona y explica que, si aquel viaje musical a su tierra le encantó, lo que realmente le conmovió fue ver la reacción de un compañero marroquí, también ‘sintecho’, al escuchar una estrofa de una canción en árabe.
Estamos en el Centre de Dia per a Persones Sense Sostre de Tarragona, donde dos usuarios se han vuelto a encontrar con Alba Solè, musicoterapeuta, quien durante un mes trabajó con ellos y otros dos usuarios más en el marco del proyecto Sent la Camerata XXI, que impulsa la orquesta del mismo nombre.
Marina Alcaina, referente de sinhogarismo del Institut Municipal de Serveis Socials de Tarragona (IMSST), explica que se ofreció participar en la iniciativa a usuarios con los que llevan tiempo trabajando. Se apuntaron cuatro.
Música para conectar
El objetivo de la actividad, cuenta la musicoterapeuta, no era que las personas acabaran tocando una determinada melodía, sino explorar la música como manera de conectar con las emociones y expresarse. Hubo tres primeras sesiones en las que hicieron distintos ejercicios, como seguir el ritmo con el cuerpo. El usuario comienza a marcar el compás de Mediterráneo, de Serrat, la canción que eligieron entre todos. El hombre recuerda la caja de instrumentos de percusión que Solè puso ante ellos «no pensé que pudiera haber tanta variedad», dice.
En la cuarta sesión, dos músicos de la camerata –un acordeonista y un violinista– se desplazaron al centro de día, donde, entre otras cosas, tocaron para los usuarios las canciones que más gustaban a cada uno.
Otro usuario, que también se presta a dar su testimonio, cuenta que para él estas sesiones han sido «un descanso para el alma, una forma de quitar el pesimismo... Después de estas sesiones te sientes diferente». No en vano –asegura él, que se declara cristiano– los Salmos ya hablan del poder de la música, que «es un medicamento auténtico».
Al acabar las cuatro sesiones, los participantes tuvieron la oportunidad de disfrutar de una última actividad conjunta en el Teatre Tarragona con músicos de la orquesta, personas con discapacidad intelectual y mayores que también habían pasado por sus propias sesiones de musicoterapia. Se trataba de los usuarios de la Residència Santa Tecla Ponent y la Fundació Onada.
Guillem Cabré, director artístico de Camerata XXI, escucha emocionado la experiencia de las personas ‘sintecho’ en la iniciativa. Explica que el objetivo central de Sent la Camerata XXI es potenciar el poder transformador de la música y convertirla en una herramienta real y práctica de participación e inclusión. Para él, la música posee una fuerza única para generar vínculos, despertar emociones y lograr que todos se sientan parte de un mismo espacio compartido.
El proyecto social de la Fundació Camerata XXI comenzó en 2022, inicialmente realizando conciertos interactivos en hospitales. A raíz de esta experiencia, constataron el impacto y la fuerza que tenía la música cuando salía del contexto de un teatro o un concierto tradicional. Esto llevó a colaborar con Apropa Cultura y administraciones aliadas. Desde la puesta en marcha de la iniciativa, ya han participado unas 2.000 personas.
Cuenta que para los músicos no solo es una experiencia muy gratificante desde el punto de vista personal, sino también artístico, porque les exige habilidades como la improvisación y una mayor capacidad de reacción.
El usuario argentino resume, las necesidades de las personas no se acaban con la comida o con tener un sitio donde dormir. «Que personas que están en una situación mala se lleven algo tan positivo cuando salgan por esa puerta no tiene precio», explica.
Cabré le da la razón: los derechos culturales, de los cuales comienza a hablarse, «no implican solo dar facilidades a la gente para entrar en un teatro».
Hoy 22 de noviembre es el Día Europeo de las Personas sin Hogar. Alcaina dice que «necesitaríamos que más grupos culturales, ya sean de música, teatro o lectura de la ciudad, se interesaran por trabajar con nosotros... La gente que ve desde fuera, depende de qué situaciones, se olvida de que todas las personas también tenemos necesidades emocionales y espirituales».
Los usuarios se abrigan bien (el frío aprieta estos días) y se despiden afectuosamente. Uno va tarareando Mediterráneo.