Categoría
Cine
Título
‘Los Goonies’: 40 años del mapa pirata que seguimos buscando
Subtítulo
Próximamente vuelve a los cines este icono ochentero de la factoría Spielberg: la pandilla que definió a una generación y que evidenció un legado de carácter inmortal
Autores
Eduard Castaño
Periodista

Imagen Principal
'Los Goonies'.
Artículo

Más que una película, Los Goonies es un rito de paso. La historia de ese grupo de chavales que se lanza a la aventura con un mapa de tesoro es en realidad una metáfora de la amistad en estado puro. Un 24 de julio de 1985 se estrenaba en España esta película dirigida por Richard Donner (el mismo de La profecía, Superman, Arma letal) y que, 40 años después, permanece en nuestro imaginario como una de las grandes películas adolescentes de la historia del cine.

En los próximos días, Los Goonies vuelve a los cines y, con ellos, nosotros también. Es una de esas películas que se desgastan, sí, como los mapas de tesoros que sobreviven doblados en el fondo de un cajón; se llenan de arrugas, de dobleces imposibles, de una tinta que apenas se lee… pero siguen señalando el camino.

Richard Donner —con Spielberg respirándole en la nuca y Chris Columbus (el de Solo en casa, Aventuras en la gran ciudad o Señora Doubtfire) en el teclado— no concibió un simple filme de aventuras. Diseñó una cápsula llena de amistad, mocos, bicicletas y juramentos eternos, donde los niños aún creen que el verano es un territorio sin fronteras y que un papel arrugado puede cambiarlo todo. No había universos compartidos ni efectos digitales que incendiaran taquillas. Bastaban siete chavales, un barco pirata y esa convicción infantil de que juntos se puede conquistar cualquier cueva.

Puro ADN Spielberg

El estilo Amblin (la productora de Spielberg y cuyo mprimer largometraje, por cierto, fue Tiburón) rezuma por cada grieta de la película: casas al borde de la demolición, adultos incapaces de entender lo esencial, humor que se desliza entre la aventura y la lágrima. Donner dirige, pero Spielberg se pasea por cada plano como un fantasma benévolo. Es ese espíritu ochentero que convertía lo extraordinario en rutina, que hacía de la épica un asunto doméstico.

La filmografía de Donner siempre tuvo esa habilidad prodigiosa de hablar de lo humano sin moralinas. Y Los Goonies es quizá su obra más querida porque, incluso entre trampas oxidadas y esqueletos decorativos, late ahí una verdad que nunca caduca: la amistad como único tesoro que nadie puede embargar.

El montaje es un pequeño milagro. Voces solapadas, persecuciones de cómic, diálogos en avalancha. Todo roza el desorden… pero funciona. Esa especie de tormenta infantil organizada es marca de la casa. Lo que podría ser ruido se convierte en música para quienes crecimos sabiendo que la vida era exactamente así: un barullo hermoso que avanzaba sin pedir permiso.

¿Quién era quién en la pandilla?

Cada miembro de la pandilla es un cliché… pero un cliché bendecido:

Mikey (Sean Astin), inhalador en mano, soñador profesional, profeta de lo imposible.Data (Ke Huy Quan, que un año antes había sido ‘Tapón’ en Indiana Jones y el templo maldito), que mezcla a MacGyver con Chaplin y siempre está a una torpeza de inventar la ruina.Gordi (Jeff Cohen), el alma cándida cuyo ‘truffle shuffle’ se incrustó para siempre en nuestra memoria pop.Brand (Josh Brolin), el hermano mayor y deportista que a menudo defendía a Mikey).Bocazas (Corey Felman), siempre dispuesto a meter a sus compañeros en algún lío por sus comentarios.Stef (Martha Plimpton), siempre con sus gafas, mascando chicle y tratando de dar soluciones.Andy (Kerri Green), la animadora en la escuela secundaria y que representa a la chica popular de la película.Sloth (John Matuszak), el gigante desbordado que entendió la bondad mucho antes que cualquier adulto.

Una foto fija de la adolescencia

Los Goonies no son personajes: son una foto fija de la adolescencia. Una que todos reconocemos, aunque no hubiéramos encontrado jamás un mapa en el desván.

La película se disfraza de aventura pirata, pero en realidad es un thriller inmobiliario contado desde la ingenuidad más luminosa. Aquellos chavales no buscan oro: buscan salvar sus casas, su barrio, su pequeño mundo a punto de ser arrasado por bulldozers con forma de campo de golf.

Donner lo entendió todo: la aventura no está en el tesoro, sino en la resistencia a perder lo que amamos. Cada trampa de Willy el Tuerto no es más que un recordatorio del mundo adulto dispuesto a devorar la magia. Y aquí reside la alquimia: Los Goonies habla de gentrificación, de desigualdad, de miedo al futuro… pero sin perder jamás el tono juguetón. Es realismo disfrazado de fantasía. Y ese es el secreto.

Cuarenta años después, Los Goonies se estudia casi como manual de narrativa. Columbus escribió un guion quirúrgico donde cada personaje tiene voz propia y ningún plano sobra. Sumemos la música de Dave Grusin —y ese himno involuntario de Cyndi Lauper llamado The Goonies ‘R’ Good Enough— y entenderemos por qué esta película sigue resonando en generaciones que ni siquiera habían nacido cuando se estrenó. El eco es tan potente que hoy Astoria (Oregón) —donde se rodó la película— continúa recibiendo peregrinos. Y sí, el barco pirata estuvo tiempo esperando un dueño hasta que tuvieron que desguazarlo, porque a veces a los mitos también les rompen el corazón.

¿Habrá secuela?

El lema era claro: «Los Goonies nunca dicen muerto». Y Hollywood lo sabe. Amblin ha jugueteado tantas veces con la idea de una secuela que ya forma parte del folclore del fandom. En 2020, en plena pandemia, todos se reunieron por videollamada y la química volvió a estallar como si no hubieran pasado décadas. Donner ya no está para dirigirla, pero sí su espíritu. Y uno tiende a pensar que, tarde o temprano, la pandilla regresará.

Revisionar Los Goonies hoy es abrir un baúl lleno de linternas, bicicletas y promesas de eternidad. Es recordar que hubo un tiempo en que creíamos que el mundo era un mapa incompleto, que siempre faltaba una última aventura.

Donner y Spielberg filmaron justo eso: el instante en que descubrimos que nuestros padres también tienen miedo, que la vida golpea… y que, por suerte, todavía podemos aferrarnos a nuestros amigos para buscar un tesoro que quizá no exista, pero que nos salva igual.

Como decía Cuenta conmigo, hermana espiritual de esta película: «Nunca volvimos a tener amigos como cuando teníamos 12 años. ¿Acaso alguien los tiene?».

Los Goonies lo sabían. Y por eso siguen vivos. Porque la infancia —cuando es auténtica— nunca dice muerto.

La celebración

Reencuentro para celebrar las cuatro décadas

En 2025 se han celebrado varias reuniones de los actores de Los Goonies con motivo del 40 aniversario de la película, destacando un evento en el Teatro Chino de Hollywood el 3 de febrero para homenajear a Ke Huy Quan. El actor de origen vietnamita, quien interpretó a Data y más recientemente ganó un Oscar por Todo en todas partes al mismo tiempo (2022), dejó sus huellas en el cemento del legendario teatro. A la celebración también asistió el guionista Chris Columbus, junto con los coprotagonistas Corey Feldman, Jeff Cohen, Kerri Green y Josh Brolin (Brand). También hubo eventos en convenciones como la Awesome Con y la Fanboy Expo.