Categoría
Ítaca
Título
Bosques
Autores
Natàlia Rodríguez
Directora

Artículo

En mi familia la habilidad alpina se ha repartido muy mal; mis hermanos son cabras montesas y yo veo un camino de tierra y me acojono. Bueno, lo intento porque siempre he pensado que la montaña merece una oportunidad. De tanto intentarlo solo decir que viví hace tiempo cuatro años en Vielha y más montaña es difícil de vivir. Esquiar, caminar, trotar por las tarteras de granito. Dormir en cabañas en pleno valle de la Bonaigua, cruzar el Puerto de Vielha para celebrar no sé qué romería en el viejo hospital. Artiga de Lin, Ulls del jueu (todo esto lo debería estar escribiendo en aranés, lo sé y pido disculpas). Yo entraba en un bosque e iba todo el rato pensando en osos, perros salvajes, garrapatas gordas; temía que me saliera al paso un lobo mucho antes de que los lobos italianos recuperaran su espacio natural en los Pirineos. Todo eran ojos. En los bosques demasiadas criaturas nos observan. No puedo entender la fascinación que ejercen, serán buenos para la salud, para la estabilidad mental, para la respiración, pero a mí tanto me da que sea la selva como que sea el bosque de Vilamos, a la que entro en el mundo verde, sencillamente me muero de miedo. Mi cobardía disfrazada de prudencia me ha protegido hasta ahora, pero ya va siendo hora de reconciliarse con el mundo vegetal y abrazarse a un árbol.