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Diari de Tarragona
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Reus es la primera ciudad de la demarcación de Tarragona en activar la fase sancionadora de su Zona de Bajas Emisiones (ZBE). Lo hace con un despliegue progresivo, numerosas exenciones y un impacto inicial moderado para la mayoría de la ciudadanía. Pero más allá del caso concreto, la puesta en marcha de esta ZBE evidencia algo más profundo: todas las ciudades obligadas por ley deberían haber avanzado antes en esta dirección. El retraso es generalizado. En ese contexto, Reus se adelanta a lo que llegará inevitablemente a otros municipios de más de 50.000 habitantes, entre ellos Tarragona, que ya está en cuenta atrás. Y sobre cualquier debate actual sigue proyectándose la sombra del convulso estreno de Barcelona bajo el mandato de Ada Colau: una aplicación precipitada, mal comunicada y poco afinada que generó rechazo social y que hoy funciona como advertencia preventiva. Ese precedente explica parte de las cautelas. El Ayuntamiento de Reus defiende que ha optado por una implantación «tranquila y progresiva», acompañada de aparcamientos disuasorios, mejoras previstas en la red de autobuses y la ampliación del sistema de bicicleta compartida. Pero la dependencia del coche es un problema estructural y no se resolverá únicamente restringiendo la entrada de determinados vehículos.
Tampoco faltan las dudas entre la ciudadanía, que cuestiona la amplitud del perímetro y teme efectos colaterales en el comercio y en los profesionales que acceden a diario a la ciudad. Algunas entidades comerciales han llevado la ordenanza a los tribunales, alegando ausencia de estudios económicos y ambientales suficientes. Aunque el consistorio defiende que las zonas con menos tráfico suelen generar más actividad comercial gracias al aumento de peatones, el debate está lejos de cerrarse. Una medida orientada a mejorar la salud pública no puede desprenderse de la necesaria sensibilidad hacia el tejido económico. La ZBE de Reus inaugura una etapa deberán asumir muchas más ciudades. Era una exigencia legal y ambiental, pero eso no la exime de desafíos. El reto estará en desplegarla con rigor, sin improvisaciones y con una mirada metropolitana que refuerce el transporte público interurbano y la intermodalidad real.