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Los ocho aparcamientos municipales subterráneos han sido puntos calientes durante el primer día de aplicación de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de Reus, ya que dejar allí el vehículo es una exención para quienes no cumplen la nueva ordenanza de movilidad. Entre las 8 y las 9 de la mañana, el aparcamiento es un trasiego constante de coches conducidos por ciudadanos que van a trabajar, estudiar o hacer gestiones a la ciudad. Uno de los más concurridos es el de la plaza de la Libertad (900 plazas), ubicado en el corazón comercial y profesional de la ciudad. Los vehículos que están en el punto de mira desde hoy son los que no tienen etiqueta, no pagan el impuesto de circulación en Reus y no son residentes en la capital del Baix Camp. Pere Bonet vive en Castellvell de Camp y cada día acude a la plaza del Prim a trabajar; su vehículo no tiene etiqueta ambiental. Venía con los deberes hechos. “Soy consciente de que no cumplo la ZBE, pero como lo dejo en el aparcamiento sé que no me pasará nada. Aparco aquí y luego volveré hacia casa”, explica Bonet con las llaves del coche en la mano.
También se había informado Antònia Vall, natural de Vila-seca y conductora del coche —de 21 años de antigüedad y sin etiqueta ambiental— de su hija, que vive en Maspujols. Es consciente de que este vehículo tiene el acceso restringido a partir de hoy y admite que deberá dejarlo en los aparcamientos públicos, en los privados y en los disuasorios, y después moverse a pie. “Haré ejercicio”, sonríe. Quienes no estaban al día de la aplicación de la ZBE son Teresa y Joan, madre e hijo, que estacionan para ir al banco. Aunque son de Reus, su turismo tiene etiqueta B, por lo que disponen de dos años de moratoria hasta que la ZBE les cierre el paso. “Lo cierto es que tenemos ganas de cambiar el coche porque ya es viejo. Nos lo miraremos, aunque también es verdad que los precios están bastante altos ahora mismo”, relatan a las puertas de las escaleras.
Entre los informados, Sergi Picoy, empadronado y pagando el impuesto de circulación en Balaguer, vive en Reus desde hace ocho años. Tiene el vehículo sin etiqueta ambiental en un aparcamiento dentro de la ZBE y ha intentado obtener la autorización durante el fin de semana. Como no se ha salido con la suya, dejó el coche en el aparcamiento disuasorio del Pi del Burgar a modo de prevención. “Ahora he visto que tengo 24 días para entrar sin registro y lo iré a buscar y lo volveré a llevar a mi aparcamiento privado”, explica.
Después está el grueso de ciudadanos que, aunque no estaban informados, tienen vehículos exentos de cumplir la restricción de circulación porque son sostenibles (etiquetas 0, ECO y C). Es el caso del que conduce Antoni Auladell, que pensaba que la normativa se aplicaba a partir de enero. Mercedes Loza, que viene dos veces por semana a Reus por trabajo, afirma que sabía del inicio de la ZBE porque lo había leído en el Diari de Tarragona. Su coche es nuevo y no tendrá problemas para moverse. Igual que el de Marta Melgar, que consultó en la aplicación qué etiqueta tenían sus vehículos antes de entrar en la ZBE. Sobre la normativa, Melgar opina que “harían falta ayudas para cambiar los coches. Si tienes un coche que te va bien y de repente no puedes entrar… se te complica la vida. Creo que no es justo, es un show”.
Hasta ahora, 13 aparcamientos subterráneos se han sumado a la Zona de Bajas Emisiones. Ocho son de la red municipal gestionada por Reus Mobilitat i Serveis (Baluard, Llibertat, La Fira, Pastoreta, Sant Ferran, Carrilet y Passeig Prim); y cinco son de gestión privada (Reus Deportiu, Enracha Reus, El Pallol, Plaça del Prim y Simonet). Todos los aparcamientos adheridos estarán debidamente señalizados para informar a las personas usuarias.