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En Hong Kong, una de las ciudades más caras y aceleradas del mundo, casi todas las familias cuentan con una Helper Auntie, como se conoce localmente a las trabajadoras migrantes provenientes de las Filipinas. Estas mujeres dejan su país en busca de una vida mejor y trabajan puertas adentro de lunes a sábado y crían a los hijos de sus empleadores como si fueran propios. Debido al alto costo de vida, estas trabajadoras viven dentro de las casas donde trabajan, lo que hace que el domingo —su único día libre— tenga un significado único. Ese día, la ciudad se transforma en su refugio temporal. Bajo puentes, en plazas, estacionamientos, parques e incluso dentro de algunos centros comerciales, miles de mujeres se reúnen cada domingo para descansar, cantar, bailar, comer juntas, grabar TikToks, jugar y reconectar entre ellas. Bancos como HSBC incluso habilitan zonas internas para que puedan pasar su día libre bajo techo. Los domingos de las Helper Aunties revelan una ciudad moderna y vibrante, pero también una historia profunda de migración, resiliencia y comunidad, donde mujeres que sostienen la vida diaria de miles de hogares encuentran su único momento de libertad en espacios improvisados. La realidad de la riqueza de algunos a costa del trabajo de muchos.