Categoría
Tarragona
Antetítulo
Medioambiente
Título
Las bandadas de estorninos convierten Tarragona en un espectáculo natural y un reto urbano
Subtítulo
Se han instalado 32 emisores acústicos para ahuyentarlos e intensificado la limpieza, pero los vecinos piden más medidas. Estas son las razones por las que cada año deciden venir a la ciudad
Autores
Norián Muñoz
Redactora de sociedad y educación en Tarragona

Imagen Principal
Imagen de bandadas de estorninos con Port Aventura de fondo.
Imagen de bandadas de estorninos con Port Aventura de fondo.
Artículo

La imagen bien podría ser la de cualquier documental sobre naturaleza, pero en vivo y sin salir de la ciudad. Las bandadas de estorninos son un espectáculo y, aunque tengamos la idea de que cada vez hay más, lo que estaría pasando, como explica Raül Aymí, responsable de la oficina de anillamiento del Institut Català d’Ornitologia (ICO), es que las bandadas se han acostumbrado a venir a Tarragona. Y es que, si hace 20 o 30 años las que migran desde el centro de Europa llegaban a ambientes naturales como cañizales o bosques de ribera, han descubierto que en ciudades como la nuestra tienen menos depredadores y temperaturas más suaves.

Aunque no se hace un seguimiento tan exhaustivo como el de las especies en peligro, se sabe que en Tarragona conviven dos especies: el estornino común, el más abundante, que llega entre septiembre y octubre y se marcha entre febrero y marzo; y el estornino negro, menos abundante que ha ido colonizando la península ibérica de sur a norte y que está todo el año. Incluso a los expertos, dice Aymí, les cuesta distinguirlos.

Explica el ornitólogo que se trata de animales muy inteligentes, con «una gran fidelidad». Si han conseguido buenas condiciones para vivir, pueden repetir el viaje, con lo que los juveniles vienen acompañando a otros ejemplares que ya han estado aquí. Las bandadas pueden contar con cientos y hasta mil ejemplares.

Los animales, eso sí, nos usan como ciudad dormitorio, porque pueden recorrer hasta cien kilómetros para alimentarse. Aymí, que hace frecuentes recuentos de los pájaros comunes en Catalunya, explica que temprano por la mañana ya se han ido.

Por la tarde, eso sí, vuelven con su espectáculo aéreo. Algunas de las peculiares formaciones que hacen tienen como objetivo hacer frente a algunos de los pocos depredadores que tienen en la ciudad, como halcones y gavilanes.

En la tierra como en el cielo

Pero lo que en el aire es un espectáculo, sobre el suelo se convierte en un complejo problema de limpieza. Mari Carmen Puig, presidenta de la Associació de Veïns del Barri del Port, señala que ahora, en el punto álgido, la situación es «horrorosa», en especial en zonas donde no se les ahuyenta, como la Plaça dels Carros, donde algún día los excrementos han impedido usar los juegos infantiles.

La concejala de Neteja, Sònia Orts, explica que a mediados de octubre se inició la campaña para ahuyentar a los estorninos. Se colocaron, en concreto, 32 emisores distribuidos en 13 puntos de la ciudad.

Para decidir dónde colocar los aparatos, la empresa que se encarga de la gestión realizó un estudio sobre la presencia de los animales en la ciudad, lo que permitió identificar 36 puntos conflictivos; de ellos, 10 tenían un nivel de molestias «muy alto».

Los aparatos (emisores bioacústicos) están instalados en sitios como la Plaça Imperial Tarraco, la Plaça dels Infants, el edificio de la Tabacalera, la piscina de El Serrallo, la escuela del mismo barrio o la de Campclar.

Los sonidos que emiten reproducen de forma aleatoria gritos de alarma de los propios estorninos, sonidos de rapaces o artificiales como petardos y sirenas. Se reproducen diariamente en dos o tres secuencias que duran entre 10 y 15 minutos a la hora de la puesta del sol.

La empresa puede modificar las pautas de manera remota, pero debe realizar inspecciones semanales. La dificultad, explican desde Neteja, es que, a diferencia de las palomas, esta especie no se puede capturar y solo está permitido ahuyentarla. En caso de que se acostumbren a los sonidos, los técnicos recurren a la luz de un puntero láser.

Además, los estorninos se van moviendo y cambian de árboles cuando, por ejemplo, el que usaban para dormir pierde las hojas y ya no les proporciona el mismo refugio.

En caso de que la ciudadanía detecte puntos donde los pájaros causan muchas molestias, Orts hace un llamamiento a informar a través del Telèfon Verd o la aplicación Epp!. Con esto, además, en el nuevo contrato de limpieza se puede incluir el punto en cuestión en la programación para limpiarlo con agua.

Una plaga en el campo

Si en la ciudad los estorninos son un quebradero de cabeza, en el campo pueden resultar una ruina. Sergi Claramunt, coordinador territorial del Camp de Tarragona d’Unió de Pagesos, explica que los estorninos se han convertido en un problema «muy grande», en especial para el cultivo de la aceituna. De alguna parte vienen, recuerda, los huesos de aceitunas que ensucian pueblos y ciudades.

Se trata, además, de grupos tan grandes que «donde paran se nota». También se comen la cereza y la viña, así como semillas recién sembradas: «si pasan por allí no crece nada», relata.

Carlos Sanz, que se dedica al cultivo de la aceituna en una finca entre Reguers y Roquetes (Baix Ebre), explica que el problema se ha ido agravando con los años. Cuenta que se dio cuenta de la magnitud de la tragedia el año pasado, cuando había poca cosecha: «si tenía 100 mil kilos, recogí 65» por culpa de los estorninos, relata.

El sector ha reclamado, sin éxito, a la administración que estudie el tema a fondo y tome medidas. Este año, explica, la cosecha promete ser mejor en cantidas, pero debido a los animales «ya comenzamos a estar intranquilos».

Imagen de juegos infantiles en la Plaça dels Carros tomada por vecinos.
Imagen de juegos infantiles en la Plaça dels Carros tomada por vecinos.