Categoría
Editorial
Título
Evitar el avance del extremismo es posible
Autores
Diari de Tarragona
Diari de Tarragona

Artículo

La gran victoria de la ultraderecha no es ganar, es ser imitada», dijo Gabriel Rufián este miércoles en RAC1. La idea no es nueva, pero adquiere una formulación certera en boca del diputado de ERC. El mérito —y el peligro— de las formaciones ultras reside, sí, en su capacidad de instalar su agenda en el centro del debate público y obligar al resto de actores a seguir el compás de sus temas y de su programa. Hasta ahora, el guion de los partidos democráticos se resumía en el cordón sanitario: aislar a los extremistas, ignorarlos y continuar como si nada. Esta estrategia es inútil. No ha servido para contener el ascenso de la ultraderecha en Europa: gobierna, lideran encuestas o condicionan a los partidos tradicionales. Es una irresponsabilidad seguir sin abordar los debates que incomodan y ceder la voz cantante del espacio público al radicalismo liberal implica renunciar a la iniciativa política. Seguridad, orden, migración, fiscalidad progresiva, identidad y encaje territorial, corrupción o intervención pública allí donde el mercado falla —como la sanidad o la vivienda— son cuestiones que preocupan a los ciudadanos. Eludirlas abre la puerta a que las respuestas más simplistas ganen terreno. La única alternativa es afrontarlas con competencia, solvencia y un enfoque no populista. Eso requiere políticas tangibles y el refuerzo de lo que llamaríamos la infraestructura intelectual. Reforzar la alfabetización mediática y digital mediante programas escolares y comunitarios que ayuden a detectar la desinformación y fomenten el pensamiento crítico. Huir de marcos binarios —pueblo contra elites, nación en peligro...— que solo alimentan la polarización. Reencuadrar los conflictos en torno a objetivos compartidos: seguridad económica, cohesión social, igualdad de oportunidades. Las entidades de la sociedad civil pueden desempeñar un papel clave si se implican en agendas comunes. Y las instituciones locales deben considerarse el primer dique frente al extremismo: sus políticas visibles y de impacto inmediato disminuyen la sensación de abandono, factor determinante en el avance de la ultraderecha. Evitar el avance del populismo extremista es posible, pero exige que los demócratas reaccionen con la misma rapidez con la que crece el desafío.