Categoría
Cultura
Antetítulo
Escapadas
Título
De ruta por Tarragona: En busca del Tió por Navidad
Subtítulo
Nos internamos en uno de los bosques más mágicos de Tarragona para intentar encontrar a algún miembro de la gran familia de los Tiós en unas laderas misteriosas. Contamos con una experta rastreadora. ¿Lo lograremos?
Autores
Santi García
Comunicador

Imagen Principal
El Tío del Bosc de Poblet.
El Tío del Bosc de Poblet.
Artículo

Cada mes de diciembre sucede algo extraordinario en los bosques de Catalunya: la familia ancestral de los Tiós despierta de su largo letargo. Solo durante ese mes se dejan ver y deciden en qué hogar quieren pasar la Navidad. Pero hay un detalle que muchas personas desconocen: son las familias quienes deben adentrarse en el bosque para encontrarlos, avanzando con los ojos bien abiertos y el corazón listo para la sorpresa. En la ruta de esta semana nos internamos en uno de los bosques más mágicos de Tarragona: el que abraza el Monasterio de Santa María de Poblet, panteón de los antiguos reyes de la Corona de Aragón. Lo hacemos acompañados de una experta rastreadora y su inseparable can, atentos a cualquier pista en la hojarasca. ¿Lograremos encontrar a algún miembro de la gran familia de los Tiós entre estas laderas misteriosas?

Instrucciones de la ruta

El itinerario empieza en la Casa Forestal de Castellfollit (Vimbodí i Poblet). Se accede por el desvío del kilómetro 6,5 de la T-700, la carretera que une el Monasterio de Poblet con Prades. Al entrar en el valle encontraremos el Centre d’Interpretació del Bosc de Poblet, donde suelen controlar los accesos y ofrecen información sobre los itinerarios y el estado de ocupación.

Aparcamos en la Casa Forestal y dejamos atrás el área de ocio contigua para seguir el itinerario micológico número 4, uno de los nueve recorridos del Paratge Natural. Avanzamos por la pista forestal y, pocos metros después de una fuente situada a la derecha, la pista da paso a un sendero más inclinado. Es buen momento para acortar el paso y utilizar los bastones.

Enseguida aparecen los dos primeros hongos pintados en los árboles: el Peu de Rata y, tomando un breve desvío a la izquierda, la Farinera Borda. Regresamos al sendero principal, que desembocará en otra pista forestal. Giramos a la derecha para ver el Fredolic y el Ou de Reig. Después, solo queda darnos media vuelta y regresar a la Casa Forestal siguiendo la pista forestal, donde nos esperan los últimos dos hongos: Apagallums y Pinetell.

Dificultad de la ruta

Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos que presenta el camino.

Desde el punto de vista de la dificultad física, esta ruta es de dureza fácil a juzgar por sus 4,83 kilómetros de distancia y 191 metros de desnivel positivo o subida, concentrándose el ascenso en la ida. En lo que respecta a la dificultad técnica, formada por los obstáculos o elementos que complican la progresión, destaca la pendiente pronunciada del camino de ida, de ahí que sea aconsejable el uso de bastones.

Completar este itinerario circular requiere 1 hora y 52 minutos de movimiento, que se convierten en 2 horas y 20 minutos si añadimos el 25% de margen para paradas. El cálculo se ha hecho con un ritmo aproximado de 3 km/h en llano, 300 m/h de ascenso y 400 m/h de descenso, un paso tranquilo y adecuado para senderistas que prefieren un ritmo calmado.

Una tradición con raíces

Este medio consiguió contactar con un jovencísimo Tió, el mismo que se dejó fotografiar y compartió la historia fantástica de su gran familia. Nos confirma lo que ya recogía Joan Amades en el Costumari Català: para que sus predecesores no enfermaran a causa del frío, se los abrigaba con una flassada o manta de lana —como la que él mismo lleva— y se les reservaba un lugar privilegiado en la casa, junto al calor del fuego de la cocina.

A diferencia de nosotros, los humanos, los Tiós sólo comen de noche, cuando nadie los ve, de modo que debemos procurarles las mejores condiciones para que, llegada la noche del 24 de diciembre, después de cenar y al ritmo de su canción tradicional, sorprendan a los más pequeños con regalos.

Antes de despedirse, el Tió nos desvela la clave que todo niño explorador debe recordar para encontrar al suyo: respetar los bosques –sean cuales sean– y seguir siempre los caminos marcados. Si hacemos esto, asegura, tarde o temprano uno de los Tiós se dejará ver.

El equipo rastreador.
El equipo rastreador.
Cita

Este medio consiguió contactar con un jovencísimo Tió, el mismo que se dejó fotografiar y compartió la historia fantástica de su gran familia