Categoría
Economía
Antetítulo
Finanzas
Título
Black Friday y la importancia del autocontrol financiero
Autores
Andrea Carreras-Candi
Directora de EFPA España

Artículo

Cada año, cuando llega el Black Friday, se observa el mismo fenómeno: familias que durante el resto del año mantienen cierta prudencia presupuestaria sienten, de repente, la presión de comprar antes de que «se acabe la oferta». La dinámica es conocida: mensajes de urgencia, supuestos descuentos irrepetibles y un bombardeo publicitario que nos invita a pensar que, si no aprovechamos el momento, estamos perdiendo una ventaja irrepetible.

Sin embargo, cuando analizamos los números con perspectiva financiera, vemos que muchas veces el verdadero ahorro no depende del descuento en sí, sino de cómo lo integramos en nuestro plan. El Black Friday puede ser una buena oportunidad siempre que las compras respondan a necesidades reales y no a impulsos que terminan yendo en contra de nuestros propios intereses.

Lo cierto es que la percepción de ahorro no siempre coincide con el ahorro real. Las estrategias comerciales están diseñadas precisamente para generar urgencia, activar impulsos y acelerar decisiones que, en otro contexto, valoraríamos con más calma.

Además, como han demostrado diferentes análisis de precios en los últimos años, no todos los descuentos son genuinos: algunos productos se rebajan tras ligeras subidas previas y otros mantienen prácticamente el mismo precio que semanas antes. El consumidor siente que gana, pero en muchas ocasiones solo está reaccionando a un estímulo emocional, no a una auténtica oportunidad financiera.

Desde la perspectiva de cualquier profesional de la planificación financiera, el mayor riesgo no es la existencia del Black Friday o el Cyber Monday, sino afrontarlo sin una hoja de ruta. Quien tiene un plan financiero sabe exactamente cuánto puede gastar, en qué y con qué prioridades. El Black Friday se convierte entonces en una herramienta útil: si una compra prevista llega con un precio más bajo, es una buena noticia. En cambio, quien se enfrenta a este periodo sin guía está más expuesto a compras compulsivas, a endeudarse y a experimentar la sensación tan común de «al final, he comprado cosas que no necesitaba»

Cuando hablamos de plan financiero no nos referimos a un documento complejo reservado a grandes patrimonios, sino a una herramienta accesible para cualquier ciudadano. Debería incluir, al menos, un presupuesto global anual con gastos fijos, variables y objetivos prioritarios; una lista de necesidades reales que permita distinguir lo importante de lo prescindible; un fondo específico para compras planificadas, pensado para aprovechar los periodos de descuentos; y un límite máximo para compras impulsivas que nunca debería superarse.

Este tipo de planificación no solo ordena las cuentas: refuerza el autocontrol y reduce la ansiedad financiera. Nos permite decidir con la cabeza fría, incluso frente a campañas diseñadas para activar impulsos emocionales. 

Durante el Black Friday y el periodo navideño también aumenta de forma significativa la actividad fraudulenta: webs falsas, descuentos inexistentes, intentos de phishing o tiendas que desaparecen tras el cobro. Por eso, además de planificar el gasto, es esencial verificar la autenticidad de las tiendas, evitar enlaces sospechosos y desconfiar de ofertas que parecen demasiado buenas para ser reales. La prudencia digital también forma parte de un buen plan financiero.

No se trata de demonizar el Black Friday, que puede ser una oportunidad real si ya estaba prevista una compra importante. La clave es abordarlo desde la estrategia, no desde la emoción. Antes de comprar, recomiendo plantearse tres preguntas fundamentales: ¿esta compra estaba prevista en mi presupuesto anual? ¿Puedo asumirla sin endeudarme ni comprometer mis objetivos financieros? ¿He comprobado que el descuento es real y que la web es segura? Si la respuesta es sí a las tres, adelante. Si no, probablemente estamos ante un gasto disfrazado de ahorro.

El verdadero poder adquisitivo no se construye aprovechando ofertas, sino gestionando nuestro dinero con visión y propósito. Un plan financiero nos devuelve el control, nos ayuda a distinguir entre deseo y necesidad y, sobre todo, evita que el Black Friday -o cualquier otra campaña- determine nuestro bienestar económico. Porque el auténtico ahorro no consiste en comprar más barato, sino en gastar con consciencia.