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Todos los que amamos al Reino Unido sabemos que no hay nada más ridículo que vestirse de cazador e irse a vivir a los Costwolds. Eso no es Inglaterra. Eso es una revista de decoración para nuevos ricos. Británico era lo que vivía tras el objetivo del enorme Martín Parr, seguramente el fotógrafo inglés más conocido de todos los tiempos, que murió esta semana a los 73 años. Sus incisivas y vibrantes fotografías del Reino Unido han dado la vuelta al mundo: «Gran Bretaña es mi tema, es mi país, lo amo y lo odio al mismo tiempo. La fotografía es para mí una forma de articular estos sentimientos contradictorios». Inicialmente capturando a sus conciudadanos con curiosidad, la mirada aguda de Martin Parr dirigió su atención al clamor de la globalización. Con el cambio de milenio, Parr mostró a la humanidad un espejo poco favorecedor. Fotografió, con malicia y ferocidad, el frenesí estridente con el que sus contemporáneos se lanzaron al turismo de masas, las actividades de ocio frívolas, la comida basura grasienta y el consumo excesivo... Un agudo observador de sus semejantes, Martin Parr deja atrás un álbum mordaz de estilos de vida ovinos, manías grotescas y el mal gusto kitsch de su especie, donde las salchichas rojas, las gafas de perro de brillantes colores y el helado chorreante reinan supremos. This is England!